



Utilizo la pintura como excusa para contar historias de lo que me pasa, de lo que me pesa, de lo que me atrae y de lo que me quema. Toda mi obra tiene un marcado carácter autobiográfico y encierra una vivencia íntima que se muestra al público a través de un lenguaje figurativo que hibrida entre lo real y lo dibujado. Además, en mi trabajo aparecen a menudo símbolos de la cultura popular, tipografías y recursos gráficos propios del cómic que buscan contaminar de forma violenta toda la escena con un objetivo: Generar un universo propio.
Con una visión agridulce y nostálgica, mi trabajo aborda temas universales a través de un prisma subjetivo. Cada pintura es una imagen congelada, un fragmento de mi vida habitado por unos personajes que no tienen absolutamente nada que ver conmigo, pero que están hechos de mi sangre, mis huesos y mis ideas (pobres criaturas).
Cada uno de mis cuadros está titulado, definido o acotado por una serie de frases breves (y no tan breves) que transportan toda la carga conceptual de la obra. Están escritas en clave poética y sirven de guía para que el espectador divague y otorgue su propio sentido a la composición. Es una narrativa directa y triturada que refuerza la sensación de capturar un instante exacto de una realidad sin contexto.
Durante el proceso de creación, uso de todo: Óleo, disolvente, tinta, boli, lápiz, spray y la mayoría de las veces todo a la vez. Me atrae lo incompleto, la línea, lo sucio, arañar y maltratar el material como si fuera rico.
Mi lenguaje figurativo.
Creo que todo lo que consumes, todo lo que te gusta acaba por cincelar tu estilo. A mí me encanta dibujar, tirar bocetos y componer escenas desde la nada, tengo una obsesión con tener mi propio lenguaje, así que pinto sin pensar y trato de hacer, en medida de lo posible, un poco lo que quiero. Todo tiene sentido al final de la obra, da igual cómo plantee el proceso, las líneas rectas, la deformación narrativa y la exageración de las expresiones son rasgos que me nacen durante el proceso y no intento controlarlo. Libertad absoluta para interpretar la realidad: Salirme con la mía y que nadie mande sobre mí, también por eso pinto y no curro en una agencia de publicidad.
¿Qué quiero conseguir con la pintura? Como la mayoría de artistas que conozco, quiero poder vivir de esto sin arrepentirme de nada, seguir pintando y tener una vida, que aunque suene básico es de lo más difícil en este país. Me gustaría no tener que estar preocupado por la pasta y poder vivir tranqui de hacer lo que quiero y ya. Creo que es lo más simple y a la vez lo más complicado. Por ahora disfruto de esto, de la pelea, vivir de mi arte significa estar jodido (casi) todo el rato pero me hace estar atento, despierto, en el día a día y eso es lo más divertido.
Uso un lenguaje figurativo porque me gusta contar historias reales con un mensaje a priori fácil de leer. Me gusta hablar de personas y comunicarme con personas. En mi caso, es un código costumbrista que incluye elementos de otros mundos, como una especie de realismo mágico crudo, que terminan por deformar la escena y convertirlo todo en un desvarío con su propia identidad y sus propias reglas. Creo que mi trabajo bebe mucho de la ilustración: creación de personajes, entornos, lore, animación, etc.
Todas las decisiones de mi pintura se resumen a tres porqués: Porque sí, porque me gusta y porque quiero.